martes

Solucionemos el mundo en seis párrafos

Pese a no recordarlo con exactitud, creo que no hará ni dos meses de aquella noche. Una noche más, en la que nos reunimos para cenar en casa de unos amigos españoles. Como siempre las risas acompañaron la cena y las bebidas, abundantes, continuaron siéndolo en la postcena. Así, con un estado de embriaguez dicharachero y dilatándonos sin reparos en el tiempo, empezamos a divagar, a expresar nuestras opiniones; ese momento de intoxicación etílica en el que decides arreglar el mundo.

No obstante la evidente banalidad del asunto; esta noche tuvo dos repercusiones que la hacen ser recordada: en primer lugar, esa noche comencé a hablar del estado de las cosas, del ser humano en sociedad, basándome en teorías como la distropía (defendida por autores como Orwell o Huxley) y que ha inspirado mi cuarto artículo (saldrá publicado en febrero) para la revista universitaria italiana Schegge. La segunda razón por la que publico este post es el haber encontrado un trozo de papel con reflexiones que escribí al llegar a casa de madrugada y que leídas mucho tiempo después me han parecido interesantes (ya que yo no las recordaba, razón por la que creo que las escribí. Un poco de lucidez dentro de la borrachera de aquel día)

El texto comienza así: "Egoísmo. Podemos embellecerlo o maldecirlo; al final, sólo queda el propio concepto, lo que designa. Muchos lo llaman independencia, yo prefiero llamar a las cosas por su nombre. Es egoísmo, nos define, individualmente y como especie. No es de extrañar que tras pensar durante un tiempo, uno llegue a la conclusión de que ese egoísmo que en tantos ejemplos cotidianos vemos reflejado no sea más que un vestigio animal en la lucha por la supervivencia. Del individuo y de los miembros afines al mismo, llámese comunidad, familia o manada."

"No hay nada más estable que la segura inestabilidad de la vida, que es la muerte, el hecho inexorable de que acabará. Da estabilidad porque es justicia, ataca a todos por igual, el único requisito para morir es haber vivido. La vida es fugaz y escapa a cada segundo, por ello todo afán de perpetuidad por parte de los mortales parece justificada, ser inmortal, escapar a esa igualdad. Queremos destacar sobre nuestros iguales, sobrevivir a la selección natural; pero cuando la vida no depende de la propia naturaleza o de posibles ataques de un predador; la ambición del hombre le lleva a inventarse algo para propiciar una selección innatural. Por ello, hemos inventado el dinero."

"El dinero como equilibrio y como ruptura de la entropía al mismo tiempo. En el fondo, da razones a una especie para perpetuarse, para creerse superior, los que sobreviven a esta selección innatural sentirán orgullo (otro derivado de la combinación de dos cualidades ya mencionadas: egoísmo y ambición) de haber vencido. No escaparon a un predador, se adaptaron mejor al sistema, a este sistema donde la muerte nos iguala y el dinero rompe la balanza"

"A pesar de poseer una mente racional y ser un animal social, el ser humano no puede aceptar la igualdad, no en términos generales o desde un punto de vista holístico. Esto se deba a la cuarta y última cualidad que nos define y por la que el sistema capitalista se sigue aceptando: miedo. Si confiamos todo a la igualdad que nos viene dada simplemente por el hecho de estar vivos, sin aditivos, correremos el riesgo de que alguien que se crea por encima nos querrá aplastar."

miércoles

Felicidades a la mujer que me dio la vida y me la sigue dando día tras día

Toda una vida dedicada a tus hijos, a cuidarlos y educarlos.
Estamos más que orgullosos de la madre que tenemos y por eso...

Quisiera agradecerte todo tu apoyo y tu alegría que en todo momento me has dado
Uno no elige a sus padres pero para mí sería...
Imposible encontrar una madre mejor:
Empezando por cuanto nos has enseñado y terminando por cuanto nos queda aún por aprender de ti.
Realmente, lo único que lamento es no poder decírtelo personalmente...
O poder abrazarte, pero te escribo con todas mis fuerzas y se que te llegará a pesar de la distancia:

FELIZ CUMPLEAÑOS MAMÁ

martes

Taedium vitae

El aburrimiento. Llamado de distintas formas, traducido en miles de actos inútiles, argumentado en mil debates de causa-efecto y reducido al absurdo. Hastío, tedio, apatía o sopor que nos lleva a la desgana, procrastinación, desesperación. Tantas veces son tantas, las tareas a realizar, que no realizamos ninguna; o deseamos haberlas acabado pero no pensamos en cómo empezarlas. Mandar para otro momento más adecuado, cuando sea más importante y/o su pertinencia sea el mayor. Sólo cuando mañana será hoy valoraremos la importancia de ayer.

Genera mil y uno sentimientos de culpa, autocríticas y no menos excusas o autocomplacencias. Somos condescendientes con nosotros mismos y volvemos a caer. El ocio como peor enemigo, entretenimientos que aburren y tiempos libres que no llevan a nada. También el proceso creativo tiene algo de aburrido, cuando crear es una obligación da un efecto similar al leer por orden de un profesor de escuela; no eres completamente libre a la hora de hacerlo y por tanto no lo disfrutas tanto. Por otro lado, no sabes si por tu cuenta y riesgo lo harías igual, algo que justifica esa falta de libertad.

Nada nos divierte en general. Sorprende como lo que peor sabemos manejar es de lo que más tenemos, de lo poco gratuito y de mayor valor que el ser humano posee. El tiempo. No perder el tiempo. Pasa a todos, debéis saber que grandes directivos y gente de muchos recursos invierten mucho en cursos donde enseñan a gestionarlo. De ahí mi uso del plural. Es una enfermedad social, como ya vaticinaba el mismo Asimov: "En 2014 (y desde antes) la especie humana sufrirá la terrible enfermedad del aburrimiento".

Es algo coyuntural, queremos tanto ocio que no podemos gestionarlo. Paradójicamente, el hecho de escribir este blog para mí es una manera de transformar esa presión de no hacer nada en algo útil, útil a mí en un primer momento y en potencia respecto a un posible lector que agradezca mis textos. Por ello, debo decir que en su justa medida el aburrimiento es sano, las mejores ideas vienen rara vez en momentos de actividad, al menos laboral; mejora el nivel de introspección y es una oportunidad única para salir de tu zona de confort y dar el salto hacia lo que quieres, una intimidad sin cabida a la deseabilidad social y su consecuente presión. Incluso existen repercusiones positivas en aburrirse, psicológicamente demostradas, pero como en todo (incluso en los placeres), los excesos hacen el efecto contrario. No olvidemos que un exceso de algo supone un defecto o carencía de lo justamente contrario. De ahí su negatividad.

"No hay nada más aburrido que un hombre que no se aburre" decía un conocido cantante de hip-hop en uno de sus temas, y en parte es cierto. Es imposible no aburrirse, es aburrido tener siempre algo que hacer y no poder hacer crecer las alas del soñar despierto, del planear onírico o añadir magia transformando acontecimientos en momentos en la realidad cotidiana. Cada uno debe buscar sus propias vías para paliarlo y aprovecharlo, pero no evitarlo. Para mí, esa vía significa llevar siempre conmigo algún tipo de papel y boli, para poder apuntar ideas, conceptos o simplemente dibujar. Buscad la vuestra y veréis como la debilidad del aburrimiento como concepto está sólo asociada a las consecuencias de cómo se reacciona ante el mismo. Probad sin miedo, al fin y al cabo, no habréis perdido el tiempo.

lunes

Posesiones obsesivas (con Gamoral como punto de partida para una reflexión más amplia)

Un aperitivo de actualidad, de aquella que escasea, una noticia de nota positiva: las obras en el burgalés barrio de Gamoral se paralizan, así como el ya archiconocido proyecto del bulevar. Todo gracias a la presión popular y sin ayuda de agentes externos que han intentado desestabilizar el movimiento ciudadano. Lejos de sacar a relucir que las razones para oponerse a dicha obra eran más que justas o buscar una cierta correlación con el despertar turco por el parque Gezi de Estambul, y a pesar de que mantengan semejanzas; voy a comentar como este acontecimiento me ha hecho reflexionar dentro de un paradigma algo más amplio en lo difícil que es catalogar a algo como de progreso o modernización y lo arduo de aunar diferentes puntos de vista en una época en la que el divario entre extremadamente ricos y mayoritariamente pobres es cada vez más hiriente, como la actual.

El caso de Burgos y las empresas asociadas al señor Méndez Pozo, suenan bastante extrapolables a todos y es que las grandes obras de todo el país aunque aparentemente son realizadas por diferentes empresas o a través de concursos garantes de una libre competencia que nunca es tal; los beneficios de dichas obras recaen casi siempre en pocas manos. Es una constante, una corrupción tan encubierta como legal, pero no legítima.

Desde la aparición de la noción de la propiedad privada, el ser humano ha tenido que elegir como organizarse, como conjugar libertades, derechos y obligaciones con la misma y el papel que el colectivo, personado en el concepto de Estado, tiene frente a la misma. Así hemos pasado por sistemas de intervecionismo en que cada país tenía su empresa de todo: gasolinera, transportes, de telecomunicaciones... con un único problema: la situación de claro monopolio y la falta de competitividad.

Así pues, surgieron dos alternativas: el comunismo (o bien, la abolición de dicha propiedad privada) y el liberalismo, la libre competencia, base del capitalismo actual, que acababa con el intervencionismo y de partida con los monopolios. Competitividad es un concepto entendido como positivo. En realidad no lo debería ser, no necesariamente. Para grandes obras existen concursos públicos a los que cualquier empresa podría presentarse ¿entonces por qué siempre ganan los mismos?

Para responder a la pregunta anterior basta con que las condiciones para participar en dicho concurso se hagan a medida de quien se pretende ganar, es decir, convocar un concurso cuyos requisitos sólo puedan pasar unos pocos y que ¡voilà! cuyos beneficios irán siempre a los mismos bolsillos.

No digo que esto sea una norma, ni que el sistema entero sea corrupto, es una consecuencia negativa del consabido "hecha la ley, hecha la trampa" y es inherente al ser humano, tanto como la codicia o el egoísmo. La pregunta llegados a este punto es obvia ¿Cuál es la alternativa?

Reformular el sistema económico-social no tendría sentido sin una renovación moral. Mientras nos parezca legítimo que una persona pueda percibir al mes un dinero con el que vivirían familias enteras durante un año cualquier cambio que hagamos o pidamos es inútil. Por ello, un primer (aunque no el único) paso útil en esta dirección sería el plantearnos la necesidad o no de imponer un sueldo máximo, algo que ya mencioné en una anterior entrada.

En cuanto a sistemas, alternativas hay, todos con sus pros y contras; depende de como los interpretemos. Un sistema bastante justo (en mi opinión) respecto a la propiedad privada parece el basado en el Procomún que no se debe confundir con el comunismo o ideologías de izquierdas, sobre el que se han basado civilizaciones como la griega (que debido a su carácter tirano, oligárquico y esclavista dudo pueda ser calificada como de izquierdas) aunque dicho sistema se pervirtió, como le sucede al nuestro. Simplemente da una respuesta diferente; ni todo es propiedad privada ni niega dicha posibilidad, simplemente hay cosas que deben ser propiedad colectiva, pública y universal para mejorar la convivencia entre humanos. Y este es el punto donde quería llegar, porque por encima de ideologías o demagogias debería primar ésto, lo humano, la convivencia con nosotros mismos y con nuestro entorno. Pero no es precisamente en lo que el debate político o la crónica socio-económica pretenden que nos centremos.

jueves

Saltemos al vacío: la reflexión de los 28 plurales mayestáticos

Saltemos al vacío. Saltemos y asaltemos lo que queda, que no es nuestro, no lo poseemos ni controlamos pero nadie nos lo podrá negar jamás. Un salto que sepa a la antesala de la gloria, que coseche la sensación del éxito; pero sin gloria ni éxito, sin llegar a un fin ni justificar ningún medio. Hagámoslo desde la humildad, pero sin buenismos, con cinismo pero cínicamente mesurado, sin tabús pero con el tempismo propio de alguien que sabe donde está, pensemos en poco más allá de pasado mañana pero pensémoslo ya.

No miremos atrás, las distancias en el retrovisor pueden engañar, al igual que las dimensiones de lo que nos precede, no por quedar atrás fue peor o mejor, simplemente quedó atrás. Como atrás deben quedar las comodidades, un salto supone un riesgo, abandonemos la zona de confort, atrevámonos con lo desconocido, temamos lo cotidiano y adoremos las rupturas, aprendamos que también las hay positivas. Apreciemos lo que tenemos y de lo que adolecemos, tan nuestro como temporal y efímero, lo que permanece es la actitud: mantengámosla.

Todo salto tiene una caída, recordemos que un golpe no duele menos porque lo esperemos pero nos predispone a levantarnos valorando lo que hicimos mientras estábamos en pleno vuelo. Olvidemos parámetros de otros, en sentido amplio, de otros lugares, tiempos o individuos; reaprendamos sin llegar a reeducarnos, preparémonos para que cada salto sea si no más alto sí más agil, la técnica es importante pero solo con la marca se gana. No olvidemos que lo material tiene la importancia justa, el vacío lo compone todo, a pesar de la flagrante antítesis, por eso (entre otras infinitas razones) y porque otra opción no nos es relevante: Saltemos al vacío.

viernes

La enfermedad de los que curaban

Comenzamos 2014 con la sensación general y el anhelo de que no sea mejor sino menos malo que el año precedente. Parece lógico, el ser humano como especie no puede ser más decadente. Si hay algo ineludible y que da justicia a este circo es la muerte. Es la única certeza de la vida y escapa a nuestro control, tratando a todos los animales por igual.

Es por ello que desde los primeros asentamientos humanos, cuando dejamos de ser nómadas, las personas ancianas (adaptando tal concepto a la esperanza de vida de cada época) han sido en su mayoría receptoras del respeto de la comunidad e incluso veneradas. Y aún hoy día muchas culturas lo siguen haciendo.

Fueron dos reportajes en días diferentes en la televisión italiana los que me hicieron verlo tan claro. En el primero se retrataba la vida de uno de los países "en vías de desarrollo" del África occidental, donde está desapareciendo la cultura gastronómica propia amen de las multinacionales con sus centros comerciales. No obstante, en estas culturas relegan un papel sino protagonista sí decisivo a las personas ancianas, ninguna decisión de la comunidad puede ser tomada sin tener en cuenta el parecer de los ancianos. En algo hemos fallado los que creemos vivir en una "sociedad moderna", ¿verdad?

En este contexto y tras mi positiva sorpresa por la forma de vida que tenían vi el segundo reportaje. Era un acto solidario, o más bien de buenismo institucionalizado. Ya se sabe, la navidad da mucho marketing. El alcalde y concejales de un pueblo toscano decidieron rendir homenaje a los ancianos que tantas veces pasan estas fiestas (y también el resto del año) en la más absoluta soledad. La chispa de ignición para mi atención sobre tal reportaje fue el tratamiento de la vejez y la soledad en la misma como una enfermedad. Con una especie de pragmatismo físico exacerbado identificaban esa soledad como una enfermedad, algo propio de la tercera edad.

En ese momento y tras ver varias entrevistas y lágrimas de cocodrilo, fue cuando pensé en que sí se puede tratar como enfermedad, pero no de los ancianos, sino de la concepción y trato de la sociedad hacia ellos. Si ni siquiera existe respeto imaginemonos veneración. Los Simpsons se supone una serie sarcástica de lo peor de la cultura occidental, no una hoja de ruta. Dejar aparcados (literalmente) a nuestros mayores en centros geriátricos es algo deleznable y cobarde con la componente enfermiza de la aceptación social.

Hemos llegado a un punto en el que consideramos que las personas "ya no sirven" o "son un estorbo", todo esto, paradójicamente en el periodo histórico en el que más amamos los objetos materiales. Piensa cada noche con cuantas personas reales has interactuado ese día y con cuantos objetos inanimados; te sorprenderá el resultado. Porque avanzar es una maldición si es en el rumbo equivocado, creo que deberíamos mirar un poco atrás o a lo que consideramos "abajo" de nuestras sociedades. Porque tenemos mucho que aprender (más que de enseñar) del tristemente llamado continente olvidado.