jueves

Este árbol

Este árbol no se tala. Su madera no os va a calentar, no tiene pretensiones de chirrispotear en una chimenea ni de hacer de su leño un uso útil. Este árbol no lo podéis talar

Tampoco la yedra lo hiere, aunque ello no excluya que la padezca o padecerla pudiere. Mas sobrevive y sobrelleva, caen sus hojas y florece. Algún tallo sufre, sí, pero renace y de nuevo crece. Da sombra y el transeúnte lo agradece. 

Este árbol tiene raíces firmes, sí, pero en arenas movedizas. No hay problema en moverlo, no le afectan solana y umbría. No hay ladera mala, no hay ladera buena. Sólo existe el sustrato del momento, la luz que sus hojas peina y el viento de primavera que le recuerda que sigue vivo.

No es menos cierto que a veces se inclina, que parece languidecer o que los perros le orinan encima y algún rebelde de poliesterol decidió rallar su nombre en su piel. Pero eso son gafes del oficio y el árbol se mantiene en pie. Haciendo danzar sus hojas. Y aún desde las alturas, queriendo crecer. 

Muchos son los árboles que se talan, pero con éste no lo conseguiréis.