Forman parte de esos placeres que pudieran ser considerados absurdos, pero que no por ello son menos gozosos. Encuentro increíblemente placentero quedarme dormido mientras veo algo en la tele, independientemente de lo tarde que sea o lo temprano que deba levantarme, poner dos alarmas por la mañana para apagar la primera medio dormido y saber que la real es la segunda, pudiendo dormir un poco más, u observar los suaves y delicados movimientos de alguien habilidoso mientras aparca su coche.
Irracionales, como una caricia en el pelo o la brisa de un susurro, pero de suavidad indescriptible. Son pequeños detalles que te hacen sentirte vivo. Ciertos momentos de silencio y contacto visual, antes de decir algo que te gustará, algo bonito o simplemente: el instante anterior a un beso. Poder desconectar de este mundo con sólo apretar un botón, la felicidad de no tener Smartphone y tener el derecho a ser "ilocalizable", esa sensación de frescor y bienestar después de una ducha caliente en invierno o tras haber hecho deporte durante 1 hora.
El rumor de la lluvia, mientras se está calentito y en buena compañía bajo una manta, reencontrar a alguien de tu pasado y ver que vuestro vínculo ha perdurado al paso del tiempo; la ilusión por volver a casa y sentir el calor familiar, que hace que merezca la pena luchar por tus sueños fuera de ella: por ellos y su apoyo incondicional. Ese microinfarto cuando ella te mira y ese relax cuando ella te abraza. Esa sensación de que nada puede dañarte, cuando tú eres el primero que se ríe hasta de tu sombra, de que los problemas mientras sólo sean materiales no son mas que eso, y de que la única condición para morir es estar vivo. Microinstantes de felicidad que son insustituibles, podría continuar mencionando hasta el infinito, pero no es ese el mensaje. Realmente, no queria transmitir ninguno en específico con esta entrada. Hedonismo en su estado mas puro. Paz.