domingo

Cuando la precariedad pasa de excepción a norma o conclusiones tras una experiencia personal en Italia

Cuando decidí comenzar este blog personal, hubo dos especies de dogma autoimpuestos: el primero era el de no poner en tela de juicio ninguno de los textos con los que explotaría metafóricamente en cada post y el segundo, escribir sólo entre semana, de lunes a viernes y nunca en fin de semana, dosificando ese placer que es para mí escribir, aunque no sepa muy bien por qué. Incumplí mi propia norma hace poco en un post escrito en sábado y hoy lo vuelvo a hacer.

El párrafo anterior a pesar de las apariencias, no es para nada obsoleto al tema que hoy me ocupa y es que en un 90% de los casos, las entradas de este blog venían escritas durante el horario laboral, como válvula de escape, buscaba la manera de acabar mis tareas de manera productiva para poder tener ese tiempo de escribir un poco, tiempo proporcional al que el resto de mis compañeros invertían en salir a fumar.

Lo importante de todo esto y recapitulando sobre porqué he decidido transgredir ahora mi propia ley, es que ahora trabajo desde casa y solo voy a la oficina para presentar proyectos y filmar vídeos que después edito en casa. Por ello, la concepción de día laboral o fin de semana ha desaparecido un poco de mi mente en mi caso. No me puedo quejar, a pesar de que apenas me da para sobrevivir, ni me quejo. Pero es obvio que siempre estoy atento a nuevas ofertas de trabajo.

La semana pasada me llegó la respuesta a una oferta a la que me inscribí hace un tiempo y concertamos una entrevista de trabajo. La empresa en sí era muy extraña, ya que en su página no quedaba muy claro que hacían, hablaban de clientes, marketing y estudios de mercado, pero por otro lado de otras cosas que no eran más que palabras de relleno. La entrevista era en Florencia, ciudad a la que tenía que ir de todas formas esa semana por lo que acepté a pesar de mis sospechas iniciales, sede que no estaba publicitada en ningún lugar de su web o redes sociales, algo que ya hace dudar aun más de su legitimidad: una agencia que se dedica a marketing online y offline y no sabe publicitarse a sí misma, ¿cómo pretende llegar a un cliente potencial?.

Llegó el día de la entrevista y la oficina no podía ser más cutre, no tenían ningún tipo de equipamiento informático, el supuesto manager que entrevistaba era un chavalillo de mi edad con traje y habían concertado a 30 personas a la misma hora, las 17.30, por lo que seriedad cero.

Una vez me llaman para ser entrevistado, a mí y a otro tipo de Roma (entrevistaban por parejas), el "manager" nos contó que era una empresa canadiense con más de 500 sedes en Reino Unido, España y Portugal y que ahora llegaba a Italia, donde preveían muchos clientes y más frases fruto más de una labia inconclusa que de reales hechos constatables. El caso es que te vendía la idea de que en 6 meses llegabas a lo más alto pero, claro, tenías que empezar por abajo; he aquí el truco: en la captación de clientes puerta a puerta y por las calles. Además no te hablaban de dinero a cambio de tu trabajo, sólo si estabas entre los 12 escogidos (de los 30 iniciales) te hacían una segunda entrevista para profundizar.

Las conclusiones eran claras: nunca pasarás de la primera fase, te pondrán una cuota mínima de nuevos clientes para ascender y te aburrirás/arruinarás (seguramente pagaban por comisión) antes de llegar a ella. ¿Qué gana la empresa? los pocos clientes que les hayas conseguido tú y el resto de pobres diablos que tengan la ilusión de llegar alto con la empresa. Una estafa manifiesta. Por cierto, la empresa en cuestión es ésta.

Esta experiencia me llevó a pensar que el mercado laboral, sobre todo en los jóvenes pero no sólo, está así de mal. En el 75% de las ofertas de trabajo (y quizás me quedo corto) hay algún truco o engaño, parece que sea la empresa la que te haga el favor al contratarte y no al contrario, como realmente debería ser. El modelo alemán de minijobs de 400 euros al mes se está imponiendo, pero además de manera errónea, pagando 400 y 500 euros al mes por trabajos fulljob (es decir de 40 horas a la semana o más) para gente altamente cualificada y sobradamente preparada, porque se desborda la demanda, hay tantos parados que alguno seguro aceptará siempre aunque el salario deje el calificativo miserable a la altura de sus tobillos.

Se pasa del becario (sin beca, al menos económica) al precario. Como alternativa, se promueve la absurda utopía de "cada persona es una empresa" y toda la literatura acerca de ser freelance y sus supuestas ventajas, que cualquiera que conozca a alguien en esa situación sabrá que es uno de los mayores engaños de nuestra época. Y aquí nos vemos, paralizados u obligados a inventarnos un puesto, a vendernos al mejor postor aunque ello suponga apenas poder pagar el alquiler de tu piso a cambio de un trabajo que debería ser valorado por encima de los 1000 euros al mes. En España no es distinto, ni mucho menos, tengo amigos que venían "pagados" con un abono de transportes al mes. Creo que no haga falta añadir más...

Me suelen preguntar acerca de las prospectivas de futuro , sobre como veo que evolucionará esto, si volveré algún día a España. Respondo que seguramente lo haga, pero si fuese en el corto plazo sería para mí una derrota porque no son esos los planes que tengo. Y es que, sinceramente, aunque creo que la pésima situación actual, con mucha demanda y oferta escasa y precaria, cambiará, no lo hará necesariamente de manera positiva (o no todo lo positivo que debiere). Creo que aumentará la cantidad de oferta y no así la calidad, es decir, más oferta pero igual de precaria.

 Lo anteriormente dicho aliñado con noticias como las que nos llegan desde Suiza, referente en democracia directa y participativa con referendos casi semanales, donde el pueblo ha decidido con un rotundo No sobre la cuestión de limitar el salario a los altos directivos, que sólo pudiera ser 12 veces superior al del trabajador base; son caldo de cultivo de un cóctel social explosivo.

A modo de conclusión, pienso que poco o nada cambiará nuestra precariedad laboral en el corto y medio plazo, no obstante, podemos encontrar algo muy positivo en todo esto, a la vez que primordial: nuestra manera de afrontarlo.

jueves

It's all about the concept

La vida está llena de contradicciones e incertidumbres, derivando así que la ausencia de las mismas provoquen los pequeños cambios que realmente importan y que nos hacen movernos, provocando la ruptura de la inercia estática que caracteriza nuestra economía (en sentido amplio y no monetario) de acción y reacción. Porque al fin y al cabo, y he aquí una nueva paradoja, la estabilidad que tanto buscamos no es más que el punto medio entre el éxito y el fracaso. Y es que es en el límite exterior de tu zona de confort (entorno conocido y en el que el status quo es perpetuo) donde las cosas que cuentan suceden de verdad. Teoría que ya mantienen de hace tiempo diversos expertos.

En una de esas contradicciones puede insertarse uno de los tipos de crisis creativa que más me golpean en el día a día: el paradójico hecho de verse paralizado, dejar lo que se está haciendo, dejar de crear, no por falta de recursos o ideas, sino por el exceso de las mismas. Por lo que no es un problema de imaginación o creatividad propiamente dicha, sino algo a nivel logístico, tan simple como complicado escapar de ello, obligándote a salir de tu propia inopia autogestionada y afrontar que no puedes pretender crear cosas nuevas sin cambiar el método utilizado para obtenerlas.

Así pues, cada una de las entradas que escribo sigue un proceso creativo distinto, no existe ninguna ecuación o fórmula que las rige. Ni siquiera una documentación o al menos, no una activa de los temas a tratar; pero tampoco pasiva, mas bien reactiva y, a su modo, proactiva. Por lo que es en mi mente, en la combinación de lo percibido, de lo más o menos memorizado y lo sinceramente comprendido donde viene una luz incandescente, una luz en bruto, que ilumina pero cuyos destellos aun no me permiten ver lo que le circunscribe. Es abstracto, lo más abstracto del mundo, más aún que el propio término abstracto pero, una vez codificado por nuestra mente, puede llegar a niveles de concreción nunca imaginados. Es la piedra angular de todo esto y probablemente la mayor diferencia entre mente humana y la del resto de los animales: Todo depende del concepto.

No estoy proponiendo nada nuevo, en absoluto, no es nada que la semiótica de la mano de Roland Barthes y sus colegas no haya ya estudiado. El concepto flor contiene todas las flores del universo y sus representaciones (mentales y físicas: dibujos, fotos...) e incluso símbolos que aducen a ella como por ejemplo el símbolo de la ciudad de Florencia o flor de Lis. Por este motivo, alumbrar un concepto es la matriz de la que pueden desarrollarse las alas que te permitirán sobrevolar sobre tus objetivos. Al fin y al cabo, una idea no es más que una vertiente, o mejor dicho, un afluente del concepto que vehicula todo, le da sentido, pero que es inestable en su nacimiento por genérico o por abstracto. Saber llegar al concepto adecuado, llevarlo al zénit, hará que las ideas y las modulaciones de las mismas puedan llegar a ser infinitas. Por hacer un símil con la microbiología es como la célula madre, capaz de transformarse en cualquier otro tipo de célula (epitelial, nerviosa, ósea...). Tiene un gran poder y estabilidad cuando viene desarrollada correctamente, pero una fragilidad extraordinaria en caso contrario. Podemos decir que el concepto es muy poderoso, pero solo potencialmente, energía en potencia a la que sólo la fuente de ignición apropiada le hará estallar y transformar su energía en algo más efectivo y/o tangible.

A pesar de que a nivel denotativo el concepto es estable, a nivel connotativo y de mito (entendido según Barthes) es más bien dinámico. No hace demasiado leía un interesante artículo sobre como hemos cambiado (en un nosotros mayestático, como sociedad occidental) el concepto de matrimonio. Hace no muchos años, casarse era el modo natural de proceder, contando con un total consenso social. En la actualidad, se considera como un símbolo de estatus socioeconómico, un atributo añadido que hace ver que esa pareja necesita ciertos derechos o quiere hacer un costoso homenaje a lo bien que les van las cosas, pero ya no es una condición necesaria culturalmente hablando, es una inversión que no todos se pueden permitir, relegando el concepto matrimonio a una ceremonia demostrativa del compromiso entre dos personas y denostando el resto de conceptos, hasta hace muy poco, compartidos por todos.

Cotidianamente, los conceptos nos impregnan. También en la literatura o en el arte, la existencia de figuras literaria, poéticas y tropos dice mucho de esto. Se inmiscuye en el humor, un ejemplo es el Ultrashow de Miguel Noguera, donde la disonancia que desencadena la risa no está codificada sino en bruto. Son conceptos, en bruto o mínimamente orientados hacia una idea, contados con una retórica especial que los hace tremendamente poderosos para sus seguidores (me incluyo) ya que al ser conceptos no están cerrados y potencian varias desembocaduras en la imaginación que hacen el tipo de humor más valioso que he conocido nunca, muy por encima (al menos intelectualmente) del clásico humor de monologuista que funciona más por identificación de parte del público que por el poder de los propios conceptos.

Cabe decir que toda cara tiene su cruz. Los conceptos pueden por supuesto ser negativos, no por naturaleza sino por concepción. Así nacen los estereotipos que, no son necesariamente negativos y sin los que nos sería difícil relacionarnos, pero cuyo uso e interpretaciones pueden llevar a clichés ofensivos y discriminatorios. Mi campo, el de la publicidad, usa y abusa de estereotipos continuamente: los cuerpos atléticos de un anuncio deportivo, la barba hipster de los coches destinados a un público joven, la sonrisa de un joven africano en un anuncio que pretende integración, la madre protectora de la salud y alimentación de su familia...y así podríamos continuar ad infinitum. Son tremendamente útiles como recurso metonímico en publicidad, solo el contexto cultural y moral limitan (afortunadamente) su uso, en mi opinión, dicho uso es necesariamente exacerbado.

El problema viene cuando ese concepto viene mal descodificado por el receptor, quizás por el uso de canal o códigos erróneos por parte del emisor, o errores con el referente o contexto. Así pues un inmigrante ghanés en España sufrirá la categoría inmigrante por encima de la de cirujano, a pesar de que sea uno de los mejores cirujanos que existen; un caso similar sucedería con un abogado rom, por ejemplo.

El topless, la iconografía de cada uno de los estilos musicales, las interacciones sociales...todo se mantiene en denotaciones y connotaciones de lo considerado realidad, y es que todo depende de las ideas que transformamos, interpretamos y compartimos o no, que a su vez derivan de un concepto matriz. Todo depende del concepto.