jueves

El maniquí dorado


“Viva el rey” se escuchaba en una de las ultimas apariciones del mismo, “un gesto que lo hace aun más noble” opinaba algún periodista acerca de las disculpas del monarca tras el desgraciado acontecimiento acaecido en Botswana, conocido de sobra por todos. No puedo más que mostrar mi incredulidad ante esto, realmente en el siglo XXI se pueden seguir viendo estas palabras, ¿seguimos en aras de esta clase de pensamientos trasnochados de tintes totalmente estamentales?.

Poder representativo, reina pero no gobierna, hizo mucho en la Transición...son algunos argumentos de los que estamos hartos, si se me permite el plural mayestático. No existe ningún motivo para que del dinero de un pueblo se mantenga a una familia y sus caprichos, solo por el hecho de ser embajadores del país. Ya existen embajadores y cónsules, ministros de exterior y se supone además que el presidente también representa al país que gobierna. Viviendo en democracia, no entiendo el sentido de un representante que no ha sido votado y que está ahí por ser descendiente de una familia real, que fue real en su momento (“alegres” tiempos del despotismo ilustrado) con la creencia de que estaban designados por dios.

Pero aun hay más, el rey es inviolable ante la ley; puede cometer todos los delitos que estime convenientes, no se le puede juzgar ni por supuesto y por consecuencia, condenar. ¿Tiene esto lógica en la sociedad en que vivimos? Podemos buscar excusas demagógicas pero realmente nunca la ha tenido, pero al fin y al cabo la sociedad es y será siempre reflejo de sus ciudadanos que son los que permiten esto. Por cierto una ultima aclaración, república no significa gobierno de izquierdas, dése un repaso por todas y cada una de las repúblicas europeas, que por cierto son mayoría. Debería ser hora de decir adiós a una monarquía que nos ha sido impuesta, no olvidemos que fue el mismo Franco (un dictador) quien puso a Juan Carlos de Borbón ahí, yo creo que ya está bien de tomaduras de pelo. Salud y República.

lunes

Por el mero placer de la divagación

Nos gusta categorizar. Empiezo con una aseveración severa (valga la aliteración) pero bastante fiel a lo que sucede en la realidad. El mismo hecho de escribir en un blog y organizarlo por etiquetas o temas, es una de las tantas demostraciones de que la realidad (concepto cuya noción se nos escapa y escapará siempre) necesita ser desgajada y sesgada para poder ser entendida en uno de sus aspectos, por supuesto ésta es múltiple por lo que al poner el foco solo en un aspecto de la misma estamos dejando escapar muchos otros. Ello explica este placer en clasificar atendiendo a criterios, pero como en casi todo y como humanos, tendemos a hacerlo en exceso, reduciendo hasta llegar al absurdo.

El hombre en sociedad busca acuerdos para crear cauces que convengan en mayor medida a la comunidad. Porque el ser humano es egoísta por naturaleza, suena mal dicho así, pero realmente en eso se basa el instinto, en la propia supervivencia de la forma mas satisfactoria posible, pero se categoriza en egoísmo cuando no son necesidades básicas u orgánicas las que se busca cubrir y ahí comienza su sentido peyorativo.
Sin salirnos del tema obviamente para seleccionar esa porción de realidad se debe tener algún criterio, es difícil acotar el campo de visión, pero quien sabe como hacerlo y lo hace con intencionalidad tiene algo aun mas fuerte que la información, y es el convertirse en lo que en las teorías de la comunicación se conoce como gatekeeper, tiene el poder de dar o no dar a conocer esta información, eligiendo a quien, como, en que momento y sobre todo de qué manera.

No voy a negar mi fascinación por ello y su traducción en el terreno estratégico, que posteriormente da a la luz tácticas que se adecuen a su objetivo, usando siempre la creatividad como motor y la palabra como herramienta; quizás una de las razones que justifican mi amor a la publicidad.
No existe conclusión plausible a esta entrada (tampoco es necesario), la importancia de la perspectiva puede ser una, la del desarrollo de la empatía para la convivencia social también; pero sobre todo ampliar miras, no obsesionarse con la categorización y la definición de las situaciones o los momentos porque no es eso lo importante, al menos desde mi punto de vista. Dicen que la inconsciencia es la felicidad, no creo que así sea, es mejor ser consciente pero tener la capacidad para establecer prioridades; dejemos de un lado los límites conceptuales y hagamos real esa gran frase de “yo tampoco sé vivir, estoy improvisando”

martes

Decisiones diarias desde una visión pitagórica algo críptica

Si algo recuerdo de los tiempos en los que estudiaba ciencias puras como la física, es que para que ocurra un movimiento, una transformación de energía potencial en cinética, es necesario tener una dirección y también un sentido, indicando: la dirección el plano o eje en que nos movemos, y el sentido hacia donde lo hacemos.

Es en esta disyuntiva, la de la dirección y sentido, en la que entramos en todo momento en nuestras decisiones diarias, a nivel casi inconsciente. La proactividad puede ser una virtud, por aquello de adelantarse a los acontecimientos, lo conocido siempre da seguridad; pero tiene su lado negativo cuando sabemos de sobra que no es solo seguridad lo que aporta, en exceso llega a provocar hastío y desidia que poco tienen que ver con lo positivo.

Llegados a este punto, diremos que es la autorrealización y la visión del yo las coordenadas que ayudan a ajustar este vector de movimiento (vector porque tiene dirección y sentido) y éste lo establecemos en base a lo que queremos ser, es decir, las cualidades que se desprenden de mí mismo al tomar una u otra decisión. Claro está que ésto no es fácil, ni tan siquiera es una constante duradera de por vida, en ningún momento dije que lo fuera, de hecho hay personas que se basan toda una vida buscándolo y acaban delegando en la dependencia de algo, de naturaleza humana o no.

No obstante, tan importante y en algunos caso incluso mas (por su carácter esclarecedor y fático) es saber a quien no se quiere parecer, el modelo o arquetipo al que no querrías asemejarte jamás, suponiendo incluso un freno en ocasiones para lo que quieres; porque es verdad que la vida te otorga lo que realmente quieres en cada momento, pero los humanos no estamos preparados para aprehenderlo todo, no con la suficiente madurez o integridad. Es, por tanto, así como contribuimos a elegir la dirección y el sentido vectorial de nuestras pequeñas decisiones diarias que desembocan sin duda en grandes consecuencias y en el devenir del yo personal, que tras pasar varios filtros y contextos, denota en el yo social. La pendiente (siguiendo el símil matemático) de la decisión puede provocar cambios en la naturaleza del movimiento y la motivación que lo mueva, pero es una energía, y como toda energía al menos en la realidad conocida, se transforma siempre en otra, sea o no de la misma naturaleza.