jueves

12 Monos

Las moscas no descansan nunca porque la mierda es siempre tanta (Alda Merini)

No soy favorable a la tendencia actual del odio gratuito, del odiar por odiar, por mero entretenimiento o por mínimas motivaciones. Por ello, cuando fue ésta la cita que el azar me reservó no sabía como afrontarla. Pues el calificativo puede ser aplicado a personas, pero no es mi estilo.

Cuando va todo bien reina la indiferencia y si las cosas se complican, el egoísmo y la ignorancia hacen lo propio. El fascismo nace de una imperfecta mezcla de sendos ingredientes, sazonados con la necesidad de distinguir y discriminar. Un nosotros y un ellos. Un enemigo que en realidad está igual o peor que nosotros. Y así es como ciudadanos de una mal llamada clase media odian a personas que huyen de penurías tremendas, a los que deberieran ayudar y respetan al oligarca o al evasor.

Solo dejándose llevar por el odio, batiendo las alas de la ignorancia y canalizando el vuelo hacia una protesta contra lo establecido, apoyando a un nuevo opresor por querer romper con lo que hasta ahora había se puede explicar lo acaecido en Andalucía el 2D. Aquel día no (sólo) entró al parlamento el fascismo, triunfó un grito difuso de protesta que cual boomerang ahora asola nuestras cabezas.

La mierda no son las personas, aunque tengan ideas de mierda. La mierda es la codicia y manipulación psicológica de esos 12 monos (con perdón para los animales) con sus 12 escaños y la ignorancia supina y falta de memoria de los que les votaron.  Precisamente ahora se cumplen casi 82 años, del día en que el fascismo perpretó una de las mayores masacres contra población civil de las Historia (me refiero a la Desbandá) y nos encontramos dando alas a quien no lo condena, ni el ataque ni el fascismo. Y en silencio los apoya.

Las moscas no descansan nunca, porque el egoísmo y la codicia pagan; por desgracia la historia no para de demostrarlo. Lo peor es que los creditores somos tú y yo y nuestros vecinos, por acción u omisión. Las moscas no descansan porque la mierda apesta a sus anchas y hasta que no nos llegue al cuello habrá quien diga que no es para tanto.

Aglomerar el odio es lo que más une al ser humano, lo aglomera como moscas se aglomeran alrededor de una idea. Una idea, por supuesto, de mierda.

lunes

El fascismo nunca debe ser una opción. Contra la deriva apática.

La historia no enseña (o igual somos nosotros los que no aprendemos) y el fascismo no avisa o parece no avisar. Una de las cosas que siempre me he preguntado leyendo libros de historia es cómo era posible que durante el ascenso del fascismo nadie hiciera nada para pararlo, no entendía esa apatía generalizada ante tanta injusticia y desfachatez, ante tanta ignorancia y terror. Ahora por desgracia puedo entenderlo, pues esa apatía generalizada la encuentro en todas partes; precisamente ahora, que viejos fantasmas del fascismo asoman su patita.

Es horrible que en España unos militares reservistas puedan defender a un dictador, un grupo neofascista llene palacios de congresos enteros, un ministro de Interior en Italia diga una barbaridad por semana sobre los refugiados y otro ministro, en este caso del Trabajo, amenace con su clausura a dos periódicos como la Repubblica y L'Espresso. Pero lo más terrible de todo esto es que somos testigos y miramos a lo nuestro. En una insoportable apatía de la que, a veces, lo reconozco; me contagio yo también.

Libertad de expresión es decir que votarías a la derecha o la izquierda, que reformarías el código penal y la política interior y económica del país, quejarte y buscar alternativas.
Loar a un dictador o apoyar la discriminación sobre base racial o étnica (biológicamente el concepto de raza no existe como tal) o ideológica es otra cosa. Mucho más grave. Y como tal es inadmisible.

La derecha no se esconde, apoyada en la situación de crisis, y se engalana con tintes fascistas, el centro-izquierda da discursos que después olvida una vez que llega al poder, difiriendo de muy poco de la derecha... en este contexto, la izquierda o partidos favorables a una política más social e igualitaria no dan abasto y ya se sabe que el que mucho abarca...todo ello aliñado con unos medios de comunicación que se quedan en lo anecdótico y sacan de contexto declaraciones y acciones. A fin de cuentas, el ciudadano se encuentra entre un centro político inexistente y una izquierda que parece centrarse en chominadas que solo hacen noticia y postureo. Ciudadanos que en su mayoría (por desgracia) navegan en la ignorancia y a los que informarse a través de Facebook hace aún más manipulables. Un mix perfecto para el fascismo.

Por todo ello, si tú eres consciente de todo esto y rechazas esta oleada intolerante que estamos viviendo debes alzar la voz. Porque no se va a pasar sola y la historia nos enseña (si queremos aprender de ella) que un movimiento opresor con el tiempo va siempre a más. Y crece por acción, sí, pero también por omisión del resto de actores sociales.

Yo también me pregunto que puedo hacer yo por algo que me viene tan grande. La respuesta está en el asociacionismo, en cultivar el ser colectivo que nunca debimos dejar de ser, olvidar el individualismo y mirar alrededor tuya. Por fortuna Romagna es una tierra llena de cooperativas sociales, si donde vives no las hay, créalas. Luchemos por algo común juntos, como ciudadanos.

Reúnanse, dialoguen, piensen. Reaccionen. Porque no va a haber ningún salvador externo, porque nuestros bisnietos no se pregunten cómo es posible que el fascismo volvió a resurgir y no hicimos nada para evitarlo. Aprendamos de los niños y evitemos que la historia se repita.

jueves

Kant de barra de bar 2: El trap y lo superfluo como imprescendible

EL TRAP ES AL RAP LO QUE CAMELA ES AL FLAMENCO #ahíquedaeso Ritmos de m, con letras de m, pero está de moda por el rollo gita-gansgta...por suerte pasará como pasó con el break-beat


en la que me he visto precipitar lenta e inexorablemente. Pero no, gracias a mi amigo y excompi de piso Zú y su respuesta al tweet, hoy estoy reflexionando sobre el trap y los motivos de su éxito. Este post podría ser algo serio; pero no cuento con la preparación necesaria...por tanto, abocado me veo a reeditar por segunda vez un nuevo capítulo de la serie Kant de barra de bar.

Valga como premesa que seguramente no he escuchado demasiado trap (no he sido capaz, la verdad) pero a mi parecer se basa en sonidos banales que cualquier chaval de 13 años con 10 minutos de tiempo libre, las voces son melódicamente nefastas y, a diferencia del rap, los textos son insulsos y sin ninguna regla métrica, ni siquiera la rima.

Entiendo que un esperpento así pueda encajar con el espíritu contestatario que caracteriza a la adolescencia, sin embargo, creo que en este caso el trap es de alguna manera apreciado por otras capas sociales más adultas.

Concluyo pues, que el trap alberga hoy lo que en su día fue el espíritu musical de La Movida. Venimos de años muy difíciles en los que, quien más quien menos, ha sufrido las consecuencias de la crisis en sus carnes (sobre todo la crisis económica y laboral). A ello hemos de sumar el mecanismo de defensa que se genera cuando, desde todos lados, se nos recuerda que va todo mal. Algo parecido a la compassion fatigue de la que The Guardian habla en este artículo. Dicho mecanismo no es otro que la apatía, que está a un paso de la indiferencia y nos lleva a la necesidad de entretenernos en algo banal para no ocuparnos de lo mal que esta todo. De evasión. De amnesia colectiva voluntaria. ¿Os recuerda esto a algo?

Durante la Transición había mucha injusticia por resolver, impunidad por doquier y recuerdos dolorosos con los que convivir. La canción protesta y comprometida fue denostada para dar paso a música sin intención ni pretensión mayor que la de entretener, hacer bailar y, al máximo, provocar. De los grupos de la Movida (y en este doy una opinión muy personal) se salvan musicalmente muy pocos para mí.

Tanto creo en esta tesis que estoy seguro de que el trap durante años de bonanza habría pasado bastante inadvertida. El contexto y la necesidad de evasión han permitido que llegue a donde está. Vivimos en el mundo que votó a Trump y Salvini por desencanto con la política y va a conciertos de trap por desencanto a los gustos musicales mainstream.

Hay una frase, vista en una tienda en Italia, que para mí hace de perfecto corolario: Podéis quitarme lo necesario, pero por favor, nunca me despojéis de lo superfluo.

lunes

Kant de barra de bar: Filosofía de saldo con las Supremas de Móstoles

Hoy me apetecía hacer algo distinto y escribir en modo diferente. Así que he decidido empezar una especie de sección (probablemente autoconclusiva) con un poco de filosofía barata, de esa de barra de bar que tu cuñado acaba con un lapidario "es que eso es como tó".

El tema que me ocupa hoy no es otro que la concepción de la infidelidad en las entrañas de una relación de pareja, hasta aquí todo bien, la seriedad se nos escurre entre los dedos cuando partimos como premisa de las Supremas de Móstoles con su hit más recordado.

"Eres un enfermo, eres un enfermo, eres un enfermo del cibersexo / me pones los cuernos, me pones los cuernos con tres uves dobles tías güenas punto com..." rezaba el estribillo de esta cancioncilla ligera, y es precisamente de esta parte de la que quiero hablar. ¿Se puede considerar consumir pornografía online como infidelidad? Pienso que esté asumido que no ¿Hay alguna diferencia si esa pornografía consumida es en vivo a través de una webcam? Intuyo que depende de si conoces a esa persona en la vida real o no. Aunque para nuestro querido trío de ancianas desatadas era un acto abyecto y merecedor de la "separasión".

No hay ninguna duda de que si un miembro de la pareja va a un prostíbulo o a un gigoló, por puntual que sea, estamos hablando de infidelidad. ¿Qué sucede si lo hace online, con una persona que probablemente nunca conozca?

Creo que llegaremos al punto en que éste último supuesto sea considerado infidelidad (si no hemos llegado ya) y éste era el punto al que quería llegar: a la importancia de nuestro yo digital (y nuestros actos con tal identidad). Ya no es extraño a nadie que alguien sin Facebook ni WhatsApp sea uno fuera del mundo, que no existe. Compartir las vicisitudes diarias online se ha vuelto tan maníacamente cotidiano hasta confundirse con la existencia misma. La dualidad de la existencia o ausencia del yo digital de una persona cada vez condiciona más la existencia real.

El segundo factor a tener en cuenta es el estrés como costumbre. A veces en la autovía, un domingo, cuando veo que un desgraciado adelanta por la derecha a toda velocidad o la gente da empujones por entrar a un avión antes pienso que tener prisa ya no es algo condicional, sino un estado de ánimo. Es tan absurdo como decir "tengo prisa por divertirme, dejadme pasar". Porque aburrirse está prohibido; hay gente con prisa por sentarse a ver la nueva serie a la que se enganchó o el canal de Youtube de moda, que tiene prisa por despedirse de sus amigos llegar a casa y ver que se cuece en las redes. La prisa y el estrés como devenir temporal diario.

En conclusión, la importancia creciente de la identidad digital sumado al deterioro de las relaciones frente a frente (siempre generalizando, eh, que nadie se me ofenda) me lleva a decir que las Supremas de Móstoles eran unas adelantadas a su época y nos sacaron de la caverna platónica en que habitábamos. Bueno, igual no tanto, pero que esperábais de una sección llamada Kant de barra de bar....

martes

Una quincena de calificativos para la apatía

El balance del avance de un año huraño, en el que escribir en mi blog, en mi espacio, en mi sitio libre, en el que ser yo sin presión se convirtió en algo extraño. Balance hoy en el ecuador de 2018 y no en el mes doce. Porque quiero analizar por qué si la inspiración no me abandanó, no del todo al menos, yo sí la dejé a ella estancada y desarbolada. Aburrida y sola en un ángulo.

En 2018 el siglo XXI se nos hizó mayor de edad. Se acabó la infancia mental pero no la juventud, el juego mental pueril pero no la ilusión. Madurez que ayuda para mucho, pero deja poco libre. Responsabilidades nuevas, preocupaciones mayores por la salud de ninfas y náyades que en el Olimpo de mis páramos mentales se albergan, se nos fue la luna y por un momento perdimos la orientación.

Por todo esto y por poco menos, la apatía protagonizó el año. La poesía no cesó, pero cada rima costaba mil noches banales y cada endecasílabo sinalefas de hastío aliñadas de pereza.

Queriendo romper con un año de primeras veces, queriendo dar valor a lo que bien se hacía en años pasados. Celebrando la mayoría de edad intelectual, recuperando ritos sagrados.

Que no pase una semana más sin post publicado. Que mi corazón no siga abyecto ante tanto desdén, que no gane la desgana ni el aliente me falte. Que la mente se encienda aún y active mis dedos, tecleando.

Escribir como pasión. Será un año extraordinario.

domingo

Homo Mimetic y neobovarismo

Dos torres enormes que se alzan en el cielo de Bologna, que casi se rozan, ambas inclinadas. Son las torres Asinelli y Garisenda, llamadas así por las familias que desearon su construcción, y son el símbolo vivo de la ciudad emiliana. Quería poner el acento en el motivo de su elevada altitud, tanta que sus cimientos se han ido hundiendo poco a poco (la Garisenda era alta 60 metros, contra los 48 actuales) y no es más que la competición de cada una de esas familias nobles por demostrar su poder. Algo que no era raro en la época (inicios del siglo XII) dado que se llegaron a contar hasta 100 torres de este tipo en la ciudad.

Ahora nos puede parecer ridículo, pero ese deseo de imitación se ha mantenido hasta nuestros días. Parafraseando a René Girard tendemos a tener deseos miméticos, somos auténticos Homo Mimetic. Emulamos comportamientos de aquéllo a lo que aspiramos. Según el filósofo francés no deseamos un objeto tanto como envidiamos a otro sujeto que lo tiene en sus manos precedentemente.

Es el motivo por el que probablemente quieras ese móvil tan caro, por el que hipsters en cafeterías compiten mostrando su conocimiento de tal grupo extraño o de haber asistido a tal festival minoritario pero necesario. Es el deseo de ser como el resto para aportar un grano de individualidad lo que nos mueve hacia adelante.

Solo así se puede entender el éxito de las redes sociales. Nadie en su sano juicio compartiría información personal, fotos o absolutamente todo lo que hace a diario a cambio de nada. Es más, sabiendo (como sabemos) que en Facebook, por ejemplo, su gratuitidad viene otorgada porque la mercancía somos nosotros, nuestros datos y preferencias. Y esto solo se entiende entrando en la espiral de querer imitar al resto, de querer viajar y enseñarlo, ir a eventos y que lo sepan; para así comparar nuestra vida (real y deseada) con la del resto de nuestros contactos. Para bien o para mal.

Hace mucho que creo que el ser humano no es capaz de crear nada nuevo, solo combina imaginativamente, como por imitación interdisciplinal, elementos conocidos para dar a luz algo que parece nuevo y puede ser útil a alguien.

El ser humano vive el presente, por naturaleza; pero anhela y desea en el futuro, cuando deviene un ser social. Por comparación, hastío, ambición o inercia capitaslista, todos soñamos con ser, tener, hacer o parecer algo que en la práctica no somos, tenemos, hacemos ni parecemos.

Y es la combinación de ambas cosas: del deseo irracional futuro y la necesidad de imitar comportamientos para, por comparación, sentirnos bien; la que crean una especie de neobovarismo existencial. Entendiendo bovarismo como un término descafeinado referido a la obsesión de Madame Bovary de Flaubert. Insatisfechos por naturaleza e impávidos por decisión propia. Y así pasan los días, y vendemos nuestra vida, y compramos módelos a los que imitar, y vivimos infelices por no ser quienes realmente no somos...