Resaca electoral, entre mareas,oleaje y gaviotas, el tifón se llevó el bipartidismo pero desoló a su paso gran parte de la esperanza. Cuatro años con Rajoy que se hicieron interminables, corrupción tras corrupción. Dejan una España empobrecida, sin trabajo, con récord de exiliados, sin acceso a la justicia para muchos, a la educación o a la sanidad para algunos y sin dignidad para la palabra democracia, para todos.
La supuesta
izquierda institucionalizada (el PSOE) no es distinta, ni ajena a la corrupción
o a las desigualdades. Sin embargo, ayer más de 12 millones (casi 13 decir
verdad) de españoles votaron al PP o al PSOE. Entiendo que probablemente eran las elecciones
donde era más difícil elegir a quien votar; pero en las que alguien con un
mínimo de conciencia crítica, tenía clarísimo a quien no votar.
Así las cosas,
nos encontramos en una situación análoga a lo ocurrido en Italia a inicios de
2013 (de lo que hablé ya en este blog), dejando tres partidos empatados a puntos, en el que la negativa total del
mal comparado con Podemos Movimiento 5 Stelle del oligarca Casalecchio impidió
todo pacto.
¿Qué pasó entonces? Hubo
un gobierno de unidad, en que todos los partidos estaban representados en la cámara
de diputados, con un ministerio casi para cada partido, incluídos los
tecnócratas del exbanquero Mario Monti, al que nadie votó nunca y que constituyó
un partido que se hacía llamar Plataforma Cívica, ya desaparecido. Qué
curioso, ¿verdad, Albert Rivera?
Ese gobierno, con
Letta al frente, duró lo que tardó el sistema en reaccionar al ataque al
bipartidismo. Así hicieron subir como la espuma artificiosamente a un Renzi (apodado comúnmente
Renzusconi) que supuestamente desde el centro izquierda democristiano gobernara
el país, casi con el mismo centrismo que el ex falange y perteneciente al
gobierno de Franco, Adolfo Suárez.
Así las cosas,
que Podemos haya irrumpido con fuerza es positivo, que Garzón no quisiera
confluir entonces puede que haya condicionado (dado nuestro deficitario sistema
electoral) muchas cosas. Pero que tanta gente que ha sufrido cuatro años con
Rajoy y PSOE y sus formas de corrupción, a veces legales como las puertas
giratorias, le haya votado, me resulta un insulto a la inteligencia.
Ayer no pude votar desde Italia,
a pesar de haber rogado (literalmente es así como se llama el trámte) mi
derecho al voto un mes antes de que acabara el plazo, siento mayor desapego que
antes por mi país y como está organizado por esto, es lógico. Pero desde fuera,
lo único que puedo pensar, es que muchos españoles sufren el síndrome de
Estocolmo; que están tan traumatizados por los recortes (económicos, sociales,
de derechos y culturales) sufridos día tras día, que les parece la normalidad. Acostumbrados
a ser cautivos, acaban amando a su captor.
Muchos hablaban
de parecernos más a las democracias nórdicas, por ahora, España se parece solo
formalmente, en el padecer un colectivo síndrome de Estocolmo.