lunes

Excusas y superpoderes

Paseando solo por aquel valle urbano, deambulaba entre amanecer y rocío con una sola idea en la cabeza. En realidad, era una pregunta. Algo que se autocuestionaba, seguramente, aunque proyetándola a quien encontraba por el camino "¿Cúal es tu excusa para estar por la calle a las 7:15?" Esta era la pregunta, nula la respuesta. Excusa, como si fuera algo que justificar o entrañase algo lúgubre ese tiempo y ese espacio.

Encontró personas relajadas, quizás disfrutaron del viernes noche y vuelven a casa cabizbajos y con la tez tenue pero con el corazón caliente. Otros hacían deporte, y una fina envidia recorrió su hiel. Otros parecían estar muy ocupados, tenía prisa. Aceleraban y aceleraban. A esos no los envidiaba. Era todo fachada, pensó. Vio también como recogían chatarra en un callejón, personas que no estaban acostumbradas a la tarea, obviamente, se les veía a la legua. Eran cinco, y pretendían meter una televisión arrumbiada y otros enseres consigo en un coche donde apenas caben tres.

Se acababa el trayecto, llegaba a su destino, y la duda seguía sin ser respondida. Llegó solo a donde debía, y se dio cuenta de que no era el deber lo que le había llevado allí. Pero no le importó, el silencio no era incómodo, la soledad no era asoladora. Todo justificado, aun sin más respuestas.

Fue entonces cuando decidió hacer retrospección, buscando su superpoder. Cuál era su secreto para sobrevivir en la jungla de cemento, a depiadados monos rey o a la metrópoli de su interior que contrastaba a cada momento con la villa exterior.

Pasar desapercibido, eso es. Lo tuvo que repetir una vez más, en voz alta, aun estando solo. Con una media carcajada y el escalofrío de alguien que ha tocado algo blando, algo susceptible, antes de lo que esperaba. Llegó al núcleo sin apenas rasgar la corteza. Eso es, pasar desapercibido. Una vez más se repitió, esta vez pensativo, casi susurrando.

Las horas bohemias fueron pasando y pronto no estaría solo. Nadie sabría que hizo ese viaje solo, horas más tarde. Y de saberlo, nadie le daría importancia. Es un superpoder que en muchas ocasiones maldice, pero algo positivo debe tener, o no. Bueno, prefiere no plantearlo por ahora.

Sonríe y se relaja, porque ahora entiende cuál es el remedio a la desazón, sabe que encadenar palabras le agrada. Sin presión, sin compañía, en silencio. Casi como algo místico. Sabiendo que el lugar más seguro es lo más cercano a una cárcel, pues los presos, en caso de escapar, se alejarán de la misma en el menor tiempo posible. Otra metáfora más. Un símil que le hace avanzar en el tiempo, haciendo levitar su espiritu. Ahora, sí, se siente relajado. Puede entender a aquellas personas relajadas que encontró hace apenas una hora.

Saltó hacía delante, esbozando media sonrisa de autocomplacencia. Lo había conseguido, descubrió al fin su superpoder; aunque jamás encontró una excusa para haber estado en las calles a esas horas. Ni falta que le hace.

miércoles

Catalina

La luna no puede recordar pero sigue resplandeciente. No recuerda nada más allá del sol, que le hace girar cada día, que calienta su alma y que permite que el resto de planetas y satélites que la rodean la vean siempre billante, ahí arriba, entre estrellas que parpadean pero que siguen siendo guiadas por ella, por su estela, por su luz atenuada pero eterna.

A veces recuerda, como toda luna tiene sus fases. Cuando está llena, la lucidez es completa, coincidiendo casi siempre con el estar rodeada de sus pequeños planetas. Otras mengua e incluso parece nueva; para después volver a ser creciente, orbitando hacia una nueva fase llena.

No puede recordar, la luna, ni lo bueno ni lo malo, no recuerda su influjo pero tampoco el origen de sus cráteres; los bombardeos constantes de naves nodrizas que la invaden, de parásitos marcianos que desde dentro saquean sus minerales, creando desajustes gravitatorios que afectan éste y más sistemas solares.

Sin memoria ella enseña, a satélites y planetas, con una sonrisa blanca formada por mil estrellas. Resplandece en el cielo y nos mueve a su ritmo. Ha sufrido y ha vivido, ha tenido y ha perdido. Aunque a causa del olvido, ni ella misma se lo crea, la luna aun sin recordarlo, con cada abrazo mueve viento y marea.