martes

Entretener, formar (opiniones sesgadas), desinformar. Informativos que amplían el concepto de telebasura.

No hace mucho, en 2011, cuando vine a vivir a Italia, declaré que no veía los telediarios españoles porque me hacía daño, ver la situación que se vivía y como podría ser evitable y como el ciudadano de a pie fue el único que sufría (y sufre) la crisis, siendo además responsabilizado por ello. Una especie de víctima y verdugo al mismo tiempo.

El otro día vi por primera vez en mucho tiempo un informativo de la uno RTVE. Decir que es un panfletín ideológico es hacerle un favor, sinceramente no sabría si el telediario era de España o de Corea del Norte. No suelo entrar en descalificativos y respeto enormemente la profesión del periodismo; es por esto mismo, que me veo en la obligación moral de alzar la voz cuando veo que se pierde el rumbo. Y lo que es más grave, que se pierde sin que los receptores se den cuenta.

La televisión no es un medio más, sino el medio rey. No me importa la penetración de los medios online, vivimos en una población demográficamente envejecida; por lo que la televisión mantiene su hegemonía en el plano general. Creo, entonces, que es importante que una televisión pública nacional revise los conceptos de rigor periodístico, criterios de noticiabilidad o deontología de la profesión, en la realización de sus servicios informativos.

Se abre el informativo y con él una noticia que ocupará más minutos de lo razonablemente normal: El PP cambia a algunos de sus portavoces. Las siguientes dos noticias tratarán de las reacciones de unos y otros con la noticia anterior. Como noticia internacional, se nos da una sesgada crónica (y digo bien crónica, porque parecía más opinión que noticia, o al menos una combinación de ambas) de las negociaciones del Eurogrupo con el gobierno griego.

Volvemos a España, la siguiente noticia nos habla del aumento de la presencia policial en zonas turísticas este verano. No solo nos intenta vender un estado policial con la propia publicidad institucional, sino que nos meten una especie de publirreportaje donde "gente de la calle" opina, siempre positivamente, sobre el aumento (no siempre justificado) de más presencia policial.

Como segunda noticia internacional y, ojo porque está sobrepasa lo ridículo, las imágenes de una joven borracha encima de uno de los leones de mármol de Santa Croce en Florencia. Una noticia que difícilmente ha tenido difusión en Toscana (la región donde se encuentra Florencia) parece ser suficientemente relevante para un informativo en España. Nacional. De la televisión pública. En fin...

Tras los panfletines del PP y sus cambios políticas, de lo mal que les va a Grecia por querer cambiar las cosas con Tsipras, de lo seguros que vamos a estar este verano con más presencia policial y de saber que alguien se ha subido a un monumento en otro país, pasamos a los sucesos.

En este punto, el de los sucesos, la televisión (como medio, no solo la pública) hace ya unos años que parece haber aprendido de programas como Impacto TV. Esto es, hablar con testigos, conocidos, la viuda de alguien asesinado que llora o reconstrucciones innecesarias de los hechos; hacen las delicias de todo morboso. En esta ocasión hablaban de los ahogamientos de niños en piscinas.

Después deportes. Y eso fue todo. Ese fue el telediario. Nada sobre el drama de los inmigrantes en la frontera Francia-Italia. Quizás porque las devoluciones en caliente no son noticia ya en un país que las practica a diario en Ceuta o Melilla, o porque España es uno de los países que se opone al sistema de cuotas de refugiados. De personas que escapan de la guerra, de la miseria, de la muerte. Como nosotros cuando nos exiliamos en Francia o Sudamérica durante la guerra. ¿Tan difícil es de entender?

Hay tantas noticias internacionales ignoradas, Reino Unido quiere cambiar su declaración de derechos humanos, los Rohingya siguen en mitad del mar rechazados por toda una nobel de la paz como Aung San Suu Kyi, mientras se encarcelan opiniones contra el sistema y avanza el neonacismo en Europa y escasea la tolerancia en general. Pero nada de esto importa, porque todos somos Charlie cuando nos interesa y elegimos que lo no noticiable debe marcar nuestra agenda. 

Novedad, imprevisibilidad, grado de importancia o gravedad, relevancia de sus protagonistas, proximidad geográfica...son sólo algunos de los criterios que la teoría de la comunicación aplica a un hecho para identificarlo como noticiable o no. Desgraciadamente, ninguno de ellos parece cumplirse en el telediario apenas descrito. Los objetivos de un medio de comunicación deberían ser: informar, formar y entretener. Parecen haber mutado en lo que reporta el título de este post.

lunes

Cruce de lenguas: dos maneras de afrontar el mestizaje lingüístico

La supremacía de la vista es algo más que consabido, el ser humano es, prevalentemente, un ser visual; y como tal, prioriza o , mejor dicho, filtra todo aquello que percibe a través del tamiz de la visión. Sin embargo, uno de los mayores símbolos identitarios de las comunidades humanas se basa en otro sentido, concretamente el oído. Estoy hablando del lenguaje.

Nuestro lenguaje quizás no defina lo que somos, pero sí lo que parecemos ser. No son pocas las veces que he sentido que el español es una lengua caliente, mientras que el portugués retrae al oyente una sensación de tristeza. Es una de las formas de comunicación que nos distingue del resto de animales, somos animales sociales, a veces racionales; pero siempre hablantes.

No existe nada más identitario para una colectividad que un código común compartido. Es algo tangible en la península ibérica donde el euskera o el catalán, el valenciano o el gallego, el aranés o el bable son señas de identidad fortísimas, tanto como para sembrar una cierta (y lógica) duda sobre el concepto de nación en sus hablantes. Aquí en Italia, cada región tiene su propia lengua, algo que un europeo que viva fuera del país jamás esperaría. Y es que, aunque para ellos son dialectos, creedme cuando os digo que son auténticas lenguas que poco o nada tienen que ver con el italiano. El napolitano, el genovés, el romagnolo o el sardo, tiene estructuras gramaticales, léxicos y vocabularios que no tienen absolutamente nada que ver con la lengua oficial del país.

Salvo contados casos como es el euskera, cuyo origen es ignoto y las lenguas nórdicas; todas las lenguas occidentales derivan del llamado latín vulgar, denominándose así lenguas romance. Esto es algo que todos sabemos. Por consiguiente, no existe una lengua (permitanme el término) genuina al 100%.
Es decir,  toda lengua romance está formada por numerosos préstamos de otras lenguas, romance o no. Modulados en función al propio léxico, adaptándose o bien,  respetando la forma de la lengua de la que procede.

Precisamente, en el campo de los préstamos, suele existir una controversia; especialmente con los anglicanismos. El tratamiento diferente de los extranjerismos no puede ser explicado desde el punto de vista meramente lingüístico, en mi opinión la cultura y sociología del país receptor tienen mucho que ver. Como trabajador en el sector del marketing (que ya denota su tendencia desde el propio nombre) veo cada día como los calendarios son timings, la fecha máxima de entrega es la deadline, la ventana emergente en web es un overlay o la zona dentro a la sangría en un diseño se transforma en la safe area. Saliendo de este ámbito, las cosas cambian si comparamos Italia y España.

En muchos de los ejemplos del párrafo anterior está justificado el uso del extranjerismo, en otros algo menos. Yo personalmente no me opongo a su uso, es más, si el usarlos sirve para sintetizar y economizar el discurso, creo que está justificado su empleo. Aún cuando exista en castellano una palabra que defina el mismo concepto. En España, la tendencia al respecto me parece en consonancia con la mía.

En cambio, la lengua italiana usa e incorpora numerosos extranjerismos conservando su grafía y pronuciación original (aun cuando existe la palabra en italiano y sin presentar ninguna de las características antes descritas al discurso) a diario. Basta abrir un periódico italiano para leer en sus titulares palabras como: blitz, flop, hit, cross, diktat, jobs act, business, leader, black block, bomber, press, match, escalation o weekend. Entre muchos otros términos.

Es aquí donde yo me pregunto ¿Por qué existe esta diferencia tan abismal entre los dos países? Dejando a un lado la existencia en España de una cierta vergüenza a pronunciar palabras extranjeras (especialmente en inglés) o de atribuir su pronunciación correcta a un tipo de persona esnobista, y sirva como ejemplo de esto la palabra Youtube y como viene pronunciada en España, o la palabra Wi-Fi; en castellano se tiende a adaptar a nuestro lenguaje los préstamos lingüísticos.

En Italia, sin embargo, como hemos visto, se evita a toda costa italianizar los nuevos términos procedentes de lengua extranjera. La persona que defiende que esto debiera hacerse, el adaptar las palabras al italiano, no es vista de manera positiva. La razón principal para dicha percepción es el fascismo y su influencia en el lenguaje.

No es extraño cuando alguien toca este tema con un autóctono italiano, que el interlocutor responda que el último que luchaba por decir términos exclusivamente italianos se apedillaba Mussolini. De hecho, el regimen fascista italiano prohibió por ley en 1940 el uso de términos extranjeros por considerarlos anti-italianos, so pena de cárcel. Así se hablaba de Carlo Marx, tassì en lugar de taxi o Tuttochesivede en lugar de panorama.

Esta extrema cruzada lingüística del fascismo italiano, no deja de impresionarme como hablante español. Dado que el franquismo no creo pusiera tanto énfasis en este aspecto, quizás también por razones geográficas respecto al resto de Europa.

Concluyo pensando que gracias al rechazo posterior al régimen autoritario italiano del pasado siglo XX, el utilizo de extranjerismos en Italia es tan exacerbado para el oyente español, relativizando así causas superfluas como el ser una moda el inglés o pensar que sea algo reciente. Algo más que comprensible, por otro lado. Este es otro ejemplo de que las lenguas son dinámicas, evolucionan y viven junto a sus hablantes. Pero también tienen memoria.

viernes

Pensamientos en claroscuro

Ayer fue un día negro, cuyo matiz grisácio se percibe aún en el ambiente. Ha muerto un compañero de trabajo en un accidente de tráfico, apenas superaba la cuarentena de edad y deja tres hijas; la mayor con 8 años. La muerte siempre es dura y omnipresente, al fin y al cabo es la única certeza de la vida; pero cuando se le ven las fauces, cuando la crudeza de su tez asoma, deja una sensación de ceniza en la garganta perenne. Un trago amargo que rebota en el corazón y quita el aliento.

Hoy es uno de esos días en los que vuelves a recordar algo que ya aprendiste hace mucho: que el mundo no se para por nadie. No quisiera ser cínico, dadas las muertes contínuas y evitables en el que es el mayor cementerio del mundo, como es el Mediterráneo. Pero cuando caes en la cuenta que esa persona a la que dijiste "hasta luego" un viernes no volverá el lunes, es realmente duro. La cercanía de la persona en estos casos cataliza el dolor.

En semanas como ésta, incluso me gustaría creer en algún dios, algo que permita aliviar el dolor y dar un sentido; pero no puedo, sería además un camino demasiado fácil e incluso, en mi humilde opinión, una creencia que rezumaría ignorancia e hipocresía por mi parte.

No creo que exista un destino para cada uno de nosotros, el destino lo escribimos, casi siempre de manera involuntaria, en nuestras pequeñas decisiones del día a día. Nuestra concepción lineal y separada del tiempo (pasado-presente-futuro) nos impide comprenderlo, aunque podemos imaginarlo.

Como padre, la peor pesadilla es sobrevivir a un hijo; pero faltarle tan pronto no lo es menos, desde luego. Ser feliz en la vida independientemente de las circunstancias se transforma en algo casi dogmático, no opcional. Por eso hay que llenar de vida los días.

Este texto no pretende llegar a una conclusión, ni siquiera es un homenaje. Este post no es más que pura reflexión libre. Es por entradas como ésta, que este blog se llama Brainsploiding.