miércoles

Debe ser lo que toca. Con la navidad como pretexto...

Luces centelleantes, buenismo generalizado, propósitos por doquier y frío exacerbado que cala hasta los huesos haciendo aflorar la sensación de que se deshacen cual terrón de azúcar. Sí, debe ser diciembre, cierto, ya debe ser navidad. Digo navidad y no Navidad, porque este año parece que todo se escriba o deba escribir en minúscula y con la esperanza de no ser demasiado trascendentes. Existe un sentimiento general de planicie mental y visión obcecada, no queremos ver más perspectivas ni prospectivas que el tiempo presente. La inmediatez se ha transformado en dogma, esto no es algo positivo. Ni mucho menos.

Estamos inmersos en una crisis: moral y de autoestima, hasta tal punto que la propia crisis individual se mezcla con la colectiva y viceversa. Es de tal calibre, que incluso ha hecho perder virulencia al propio término crisis. Cada día, observamos con cierta resignación más y más abusos, somos como el protagonista de La Naranja Mecánica: obligados a ver pasar atrocidades ante nuestros ojos y a sentir impotencia, por todo lo que se quisiera hacer para cambiarlo. 

La violencia usada por el pueblo llano desligitima (otro asunto es la policial, que "mantiene el orden"), respetar la Constitución (esta sí, con mayúsculas) es respetar el estado de derecho, la monarquía es una institución necesaria porque es la mejor de las embajadas, las promesas electorales no son de obligado cumplimiento y otras idioteces, que se aceptan como tal; sin ser analizadas como si fuesen obviedades.

Es la doctrina del shock, existe tanta rabia e indignación que todo nos parecerá insuficiente. Es difícil tener un mensaje claro o dar un feedback como receptor, si el emisor te ametralla a mensajes y hay mil razones para hacer, no uno, sino mil discursos concretos y no se pueden explicar en la inmediatez, el dogma del que hablaba antes. Y aquí llegamos a lo que viene, ya no es pesimismo, sino algo peor: es indiferencia; es dejarse llevar por la inercia de la vida, por la corriente del río que te lleva al mar que es el morir (en el más puro sentido "Manriquiano") aceptar y resignarse, es olvidar que es lo que te hacia feliz.

Estas navidades, pasarán sin pena ni gloria para mucha gente, como un trámite más; como un meandro más por el que pasar. No queremos nada en específico, porque lo necesitamos todo. Es repugnante ver lo pueril del comportamiento político, ayer observaba un debate político en la televisión pública italiana, donde se echaba en cara a los políticos presentes en el programa, el hecho de cobrar pensión vitalicia de 3.000 euros al mes con la única premisa de haber trabajado dos meses como diputado. Sus respuestas eran del tipo, "es la ley que existe" y cuando le decían pues cambiénla o rechacen la pensión por ser injusta; ellos respondían "la generación anterior a mí también debería rechazarla y aquellos que son posteriores y también la perciben, también" es un juego de patio de colegio, es el "Y tu más". Lo de pan y circo del Imperio Romano actualizado a nuestros días. 

Como digo, debe ser navidad o estar cercana. Una época que se presume, pasará con igual trascendencia como la absurda fecha del 21 de diciembre para la gran mayoría. Apáticos y sin perspectivas, pero ultraconectados al mundo y al tiempo, no tanto presente de la realidad física, aunque sí inmediato de la realidad mediada. La teoría de la comunicación de usos y gratificaciones cobra una vigencia extraordinaria. Debe ser navidad, se intuye, aunque sólo por las luces centelleantes, buenismo generalizado, propósitos por doquier...