viernes

The man who sold the world

"El viejo Donald y el viejo carbón: ¿podéis imaginar un binomio más primitivo, reaccionario y anacrónico? Falta la locomotora que avanza, como en las películas del oeste, llenando de humo el campo a su paso y el cuadro ya sería perfecto. Si no fuese porque no nos encontramos en el nacimiento de la revolución industrial, sino en la era de reflexión, de la emergencia climática, de las energías renovables, de la revolución tecnológica. En todos lados menos en la cabeza de Trump y sus electores.

Cada nueva piedra que este señor añade a su obtuso monumento al pasado (¡ah, la vieja América que funcionaba con carbón, disparaba a los bisontes y mantenía a raya a los negros!) alimenta el ideario del trumpismo. El presunto populismo, pero sobretodo su presunta oposición al establishment. Pero los ricos tienen sus pulmones a salvo, si el aire apesta van a Aspen o a los Alpes, comen comida biológica, beben sano y se ríen de las consignas antiecológicas de Trump. A pagar el precio de la contaminación y el cambio climático, como ha sucedido en Nueva Orleans, será siempre la gente pobre. ¿y ésto sería populismo? ¿Castigar al pueblo, pero en su nombre?"

No, el post de hoy no forma parte del proyecto #lacitaperfecta, que si no sabéis qué es os animo a descubrir leyendo los posts anteriores. El texto anterior es una traducción de la columna de opinión titulada La Hamaca del periodista Michele Serra del 30 de marzo de 2017.

No creo que exista mejor manera de resumir el esperpento en materia ecológica de Donald Trump que con el primer párrafo. Ya existen, aunque casi ningún medio lo diga, los llamados refugiados climáticos; y su cifra se incrementará cada vez más, sin contar lo que Trump pueda acelerar de este horrible proceso, ya irreversible. Basta informarse de la situación vivida por una isla ex-colonia británica: Kiribati.

Trump evoca un pasado glorioso, tan idílico como probablemente inexistente. Esto sirve de embudo para canalizar la rabia de una clase media empobrecida y transformarla en una falsa revuelta contra el poder establecido. No puede ser más icónico que precisamente esa rabia contra el poder sea personificada en un hombre que se ha hecho multimillonario precisamente gracias a ese sistema.

A este punto la duda es ¿Es éste el populismo tan cacareado en los últimos tiempos? ¿Es cumplir metafóricamente los deseos de un pueblo enrabietado con discriminación de minorías e hipotecando su futuro y el de sus hijos? Como denuncia el propio Serra, parece que el populismo sea castigar al pueblo, pero en su nombre. Esto me recuerda a un sistema político que en España hemos conocido muy bien. Efectivamente, esto me recuerdo al despotismo ilustrado. Donde un supuesto dictador benévolo e iluminado utiliza su poder y liderazgo de manera paternalista. Una especie de dictadura por el bien común. El mal menor como solución óptima.

El mundo gira en rotaciones cíclicas, no debiera hacerlo así nuestra historia. Intentaré que este sea mi último post sobre Trump. O más bien y parafraseando a Bart Simpsons:"No prometo que lo intentaré. Pero intentaré intentarlo". 

miércoles

Sonrisa en familia

Sonríe, respira y ve despacio (Thich Nhat Hanh)

Poco que añadir a lo anterior. Nada más y nada menos que un mantra emanado de uno de los grandes referentes del Budismo, relevante aun hoy; determinante en la guerra de Vietnam. Como todo mantra es útil recordarlo en momentos puntuales, cuando la inercia de la vida acelera todo y sólo nos detenemos en lo superfluo. Entretenemos el alma en banalidades autofinalistas. Paolo Coelho, Bucay y compañía no han inventado nada, sus escritos son sólo el reflejo de una copia barata de lo que son los mantra.

Dicho esto, la cita de hoy no me inspira una reflexión sobre su contenido. Ni siquiera sobre su autor. Y de ambos se podría versar tanto. Pero la mente sigue sus caminos propios, y viendo esta frase me vienen flashes de una misma anécdota. Mi post hoy será una anécdota. No sé si tendrá mucho que ver con la cita, pero no por ello me voy a coartar.

El escenario es una mañana de invierno en mi Antequera natal. Pero no es una mañana cualquiera, toda persona que haya sido niño en España sabe esto. Es el Día de Reyes. Tras la cabalgata, tras los regalos. Es una mañana en familia, una mañana de juegos y de paseos. De estrenar juguetes en el parque. Algo que espero no se pierda nunca del todo, a pesar de los videojuegos u otros regalos tecnológicos más sedentaristas.

El 6 de enero de 2017 me encontré con una escena que se hace difícil describir sin parecer de alguna manera cínico o demagogo. Había un hombre de mediana edad, que trabajaba barriendo y limpiando las calles de la ciudad, con su escoba y sus cubos. Nada de particular hasta aquí. A unos 10 metros de él estaba su mujer, con una niña de unos 7 años y otro de unos 2 en el carrito.

La niña jugaba con una muñeca, seguramente apenas regalada. Paré disimuladamente 10 minutos para admirar la escena. Donde iba él le seguía su familia, a pesar del frío y de lo temprano que era. Sin interrumpir su trabajo pero haciéndole compañía. Estaban pasando los Reyes en familia, a pesar de que él debía trabajar. Es fácil ser cínico por el trabajo que desarrollaba, entrar en la falsa moralina de pandereta, pero debo decir que una escena de extraordinaria normalidad como ésta no me dejó indiferente.

Muchas palabras vienen a la cabeza. El sacrificio, del padre por sacar adelante a su familia y de su familia por estar siempre a su lado. Sacrificio inadvertido por sus hijos, que juegan tranquilos, que pasan esa mañana en familia. Debe ser triste tener que trabajar esa mañana teniendo niños en casa.

Lo que más me gusta de esta escena es que no tiene nada de especial, pero algo deja. Quizás ellos no se den cuenta nunca de la imagen de fuerza que daban. Poco o nada tiene que ver con la cita, pero por alguna razón mi mente ha asociado el intangible recuerdo relatado con una frase que nos habla de paciencia y felicidad. La primera (paciencia) es una virtud que puede ayudar a alcanzar la segunda. Para mí, la felicidad es una manera de estar al mundo y no un fin en sí mismo.

Este post forma parte de #lacitaperfecta un estimulante proyecto que estoy desarrollando junto a mi hermana. Un juego que consiste en destapar con cierta periodicidad una cita célebre y escribir un post inspirados por la misma. Dos perspectivas de vida de dos juntaletras que por circunstancias están lejos en lo geográfico, pero muy cerca de corazón.

Sobre el proyecto AQUÍ.  El post de mi hermana AQUÍ.