lunes

El bosque de las almas

La travesía ha sido larga, el camino tortuoso y la espera innecesaria. Tras la guerra entre ideales ahora reina la calma. Se vislumbra, a lo lejos, un inmenso bosque de almas

Alma bondadosa con raíces al suelo bien soldadas, cuya fruta endulza el ambiente y busca hacerlo más sostenible. Que busca el bien del bosque entero, de su hábitat y ecosistema. ¿Hasta qué punto es altruista y se puede diferenciar del alma egoísta?¿en cierto momento no es individualista hacer el bien a otras almas por el bien sentirse con la propia?

Peor es el alma indiferente, alma plana, que crece, enredadera de este bosque. Alma que se pierde entre los tallos y ahoga la clorofila de las hojas. Alma en la que la injusticia no cala y si cala no empapa. Alma inerte, árbol partido por el rayo de la ignorancia.

Luego está el alma que lucha por ser vista y cuida su copa y la que crece poco a poco porque en sus raíces se centra. Y entre todas ellas, el alma que envidia una o todas las anteriores. Alma dolida, que vive en el reproche. 

En peligro de extinción, tras el arroyo del autoconocimiento y autocontrol, de la responsabilidad y la empatía, más allá del tiempo y del espacio, el alma eterna, pura e inexistente. Alma coherente a la que mueve el bien, indiferentemente de a quien. Alma forajida, soñada, tronco robusto de raíz difusa y enterrada en lo más profundo de este bosque de vidas.