jueves

Lecciones democráticas desde la República (de Italia)

Los estereotipos funcionan, lo sabemos, no es nada nuevo. Funcionan, se aceptan y a veces se mantienen como profecía autocumplida; arma de doble filo si se combina con la desatención hacia los casos en las que la misma no se produzca. Por muchos de los estereotipos negativos que tenemos los españoles de la política italiana, en gran parte y por desgracia por culpa de las omnipresentes organizaciones mafiosas y al "ventennio Berlusconiano", la gente reacciona de manera jocosa cuando les digo que Italia es un país democráticamente maduro del que aprender, mucho más que España.

Los mismos italianos, a veces, no se lo creen, pero es así. Hay muchos ejemplos en los que queda patente: la gran cantidad de cooperativas sociales y grupos de compra solidarios o las ayudas económicas a los padres, son logros que me lo confirman, entre otros muchos aspectos del ámbito social. Sin embargo, hablamos de madurez democrática, por lo que me centraré en la política.

Antes, como preámbulo histórico, debo decir que desde el año 1946 el país vive en democracia. Pero su madurez democrática no es sólo una cuestión de tiempo, también de carácter. Basta ver como acabó Mussolini y como, por comparación, los españoles dejamos morir en la cama al caudillo.

¿Sabéis cuál fue la siguiente decisión hacía la democracia, allá en junio del 46? ¡Convocar un referendum a la población! Así de simple, aunque parezca una quimera a nuestra clase política. ¿Sabéis que se preguntó a los italianos? Básicamente algo que muchos reclamamos en nuestro país: ¿Monarquía o República? y como sabréis ganó la república. Por consiguiente, la monarquía, en este caso los Saboya, huyeron del país. Fue la voluntad popular la que mandó, así nacía la República Italiana.

Que sí, que nosotros también hicimos un referendum sobre la Constitución española en el 78, otro sobre la entrada en la OTAN en el 86 y un último sobre la Constitución europea en 2005. Tres en total. ¡Qué democráticos somos! ¿no? En Italia, sólo desde 1976, han tenido lugar más de 65 referendos. 

Precisamente este domingo, todos los italianos son llamados a las urnas para decidir si parar o no las extracciones petrolíferas en el Mediterráneo. El lector crítico pensará: "ya, pero a saber si los políticos cumplen con el resultado". Pues resulta si se llega al quórum (superar el 50% de votantes llamados a hacerlo) están obligados a acatar el resultado. Os daré un ejemplo, ya en 2011 los italianos dijeron en referendum No a la energía nuclear, desde entonces han sido abrogadas. ¡Vaya! Nosotros hablamos de Garoña desde nuestra maldita dualidad izquierda-derecha, en la que filtramos y encasillamos todo, hasta la idea de república nos parece algo de izquierdas, como si el resto de repúblicas europeas fueran países comunistas...

¿Queréis saber sobre qué otras cosas se ha preguntado a los italianos? Sobre la depenalización de la posesión para uso personal de drogas ligeras (1994), sobre la privatización de entes públicos como la Rai (TV pública) en 1995, sobre si se debe o no prohibir la cadena perpetua (1981) o también en 2011, sobre si se debía cobrar una tarifa por el agua o tratarla como bien común y por tanto gratuito. Es decir, contra la privatización del agua. Italia eligió no privatizarla.

Muchos de estos referendos, en España parecen ser utópicos, en un país democrático debe ser la normalidad. Por cierto, otro ejemplo, en 2001 y 2006 votaron sendas modificaciones al título V y a la parte Segunda de la Constitución Italiana. Toda comparación con la reforma exprés del articulo 135, es odiosa.

Por supuesto no digo que Italia sea el mejor país del mundo, tiene sus problemas, para mí los principales son la lacra de la mafia, el complicado entramado burocrático del Estado o el no disponer sanidad gratuita. Precisamente de éste último, de sanidad pública, por ahora y si el neoliberalismo privatizador lo permite, podemos dar lecciones a Italia y medio mundo. Pero cuando hablamos de política, de democracia, de soberanía que reside en el pueblo estamos a años luz del país transalpino, digan lo que digan los estereotipos.