martes

Rompiendo el trépido hielo

Tengo tanto por lo que escribir, que por tanto, no escribo. Habría tantas cosas que decir, que expresar no consigo. Tantos motivos para ser feliz que, en un desliz, la facultad de enumerar he perdido. Tantas ganas de vivir, de disfrutar este momento, de sonreír y abrazar; que de dejar constancia en recuerdos, muy a mi pesar, con frecuencia me olvido.

Mas somos cuatro ya aquí, el milagro ha sucedido. Todos sanos, todos en casa, todos felices, todos unidos. El torrente de emociones es tal, que controlarlo hasta el momento no he podido. No hay presa que pueda parar una conciencia presa de sus latidos. De mis dos niñas. De mi ninfa y de mi perla. Lo reconozco: estoy enamorado perdido. 

Quiero que este post recupere el tiempo no invertido. Quiero que rompa un hielo, por más trépido y tímido que haya sido. Soy tan feliz que no se me nota, es tal la implosión de emociones que al externo nada ha salido. Tales son las ondas gravitacionales de ilusión que la luz no se ha escabullido. Y por tanto no es visible para ningún observador que lo haya requerido. 

Gracias a la vida que me ha dado tanto que diría Mercedes Sosa. Gracias por lo que queda por venir. Aquí estaremos para disfrutarlo. Y, una vez rota esta fina capa de escarcha, escribir y compartir. Dejar constancia en cada letra de que la magia existe y de que además, por suerte, sigo aquí para contarlo.