lunes

Tots som Catalunya

Yo hoy tenía otro post escrito y desearía no deber escribir éste; pero siento que el silencio ante la injusticia y la violencia impune es, en cierta parte, complicidad con las mismas. Moralmente no puedo guardar silencio.

Lo ocurrido este 1 de octubre en Cataluña es vergonzoso, para España, para Europa y para el concepto de democracia, en general. No voy a entrar en diatribas de culpables e inocentes, de legalidad y política. Hoy voy a versar sobre democracia, un concepto que creo en España hemos manipulado demasiado, hasta despojarlo de todo sentido. Reprimir con fuerza un referéndum considerado ilegal (pero vista la afluencia, no ilegítimo) para defender la democracia es como bombardear civiles en busca de la paz.

Somos una democracia joven, que ha pasado de un gobierno fascista a la modernidad europea en relativamente poco tiempo, donde los mismos que estaban con Franco se cambiaron de chaqueta y abrazaron la transición. Donde pasamos de la canción y la conciencia de protesta a la movida, a querer olvidar, a una amnesia generalizada y voluntaria. Pero hay rémoras que seguimos arrastrando, que aceptamos resignados como normalidad democrática. No lo son.

Os aseguro que basta viajar un poco por Europa para darse cuenta de que Spain is different, por desgracia. Y no os hablo de las idílicas democracias centroeuropeas o nórdicas. Hoy usaré como comparación el país europeo más símil al nuestro de Europa. En cultura, corrupción y clientelismo. Pero que, desde luego, en democracia nos da mil vueltas (no obstante sus defectos, que los tiene. Tantos). Estoy hablando en el país en que vivo desde hace 6 años. La República de Italia. En tres puntos:

1. Partamos del hecho de que se habla de un referéndum, una consulta al pueblo. En una democracia real, el referéndum no sólo debe ser una herramienta legal, sino esencial. En el ejemplo italiano, desde el año 1978 hasta hoy ha habido un total de 68 referendos. En España sólo tres (Constitución española, OTAN y Constitución Europea). Creo que es patente la diferencia.

2. Precisamente el último referéndum italiano, celebrado en diciembre de 2016, y auspiciado por el entonces premier Matteo Renzi (una mezcla entre la falsa izquierda de Sánchez y el amor eterno al liberalismo desenfrenado de Rivera) pedía el beneplácito de la población para poder realizar una reforma constitucional. La población italiana votó masivamente NO y Renzi dimitió. Obviamente, uno no puede evitar recordar el atropello sufrido con la reforma constitucional exprés de 2011.

A este punto debo aclarar una cosa. Los italianos están verdaderamente orgullosos de su Constitución (y tienen motivos para estarlo). Basta decir que fue redactada por los "partigiani", esto es, hombres y mujeres que vencieron y expulsaron al invasor fascista. Hombres y mujeres que vencieron al fascismo, mataron al dictador e hicieron huir la monarquía. A este punto, las comparaciones empiezan a ser bastante odiosas...

3. Una de las actuales discusiones en el Senado italiano (tras su aprobación en el parlamento) es una ley contra la apología del fascismo. Por la cual, alguien que exhiba consignas, saludos o propaganda fascista está cometiendo un delito. La simple propuesta y tramitación de esta ley demuestra la madurez democrática de Italia. En España no paramos de ver manifestaciones fascistas impunes, incluso en actos públicos, y manifestaciones que se concluyen con un Cara al Sol.

Obviamente, existen más síntomas de esta nuestra democracia enferma. La ley mordaza, el impuesto al sol o la continuación manipulación de los medios de comunicación del régimen públicos, son otras formas que tiene España de hacer el ridículo internacionalmente.

Para acabar, comparto con vosotros una reflexión que me hace el 99% de los italianos que conozco. Me hablan de como mientras sufrían los últimos años de Berlusconi, miraban a España con admiración en la etapa de Zapatero e incluso aspiraban algún día en estar tan "adelantados" como nosotros. A un cierto punto me preguntan: "¿Qué ha pasado después con esa España?". Nadie se explica como permitimos entrar en el poder a Rajoy. Yo aún no me lo explico como pueda seguir. Entonces llega la triste conclusión: igual tenemos los gobernantes que nos merecemos. Y vuelta a empezar del círculo vicioso. Una vez más, en España la democracia (no como contraposición de la dictadura, sino la verdadera democracia moderna) brilla por su ausencia.