lunes

El color del momento que seca la tinta

Fue hace muchos meses. Nebulosas, eones, años luz. Lo que se quiera que represente infinidad. Hace mucho que encontré inspiración o justificación para escribir sobre mi dificultad para escribir. Y a pesar de lo autoreferencial del tema, no logré escribirlo.

Laberinto absurdo y obtuso del que hoy salgo, aunque con dudas. No recuerdo bien el argumento, sí haberlo escrito en alguna libreta, aunque no lo buscaré. Nunca fui de releer lo que escribo, no lo seré tampoco en este momento. 

La chispa la originó Silvia Pérez Cruz y su encandiladora voz en una entrevista. Ella hablaba, como nadie, de la inspiración, de las musas y de como el momento de la vida influye en la fantasía propia. Que en mi caso considero otra línea temporal. Mi vida es lineal, mi fantasía vital no

El punto es que, en algún momento de la agradable entrevista dejó entrever algo que comparto. Es más fácil escribir, crear, dejarse fluir o explayarse desde el sufrimiento, el trauma o la tristeza. Lo negativo da riendas y alas a la mente creativa. Obliga a alzarse, henchir el pecho y escupir letras y palabras exorcizando el dolor. 

Coincido en ello. Las sensaciones negativas hacen replegarse en uno mismo. Y pasando tiempo con uno mismo es como se es capaz de aflorar y florecer el pensamiento de dentro hacia fuera. 

Añadiría, sin embargo, otra arista. Puede parecer consecuencia de la anterior, pero son hijos de distinta madre. La alegría y la constancia de cuán se es feliz en el momento presente, te hace querer vivir con la máxima presencia posible. Esto es muy positivo, pero no encuentra reflejo en la escritura o cualquier otra creación ajena a la participación del momento mismo. Ese renglón a parte en que no se vive, sino se escribe tras haber vivido queda relegado a un tiempo idealizado que nunca llega a convertirse en real

Es decir, no escribo mucho. O mucho menos de lo que deseara. No sucede sólo porque no tenga momentos tristes a los que asirme, sino porque vivo una realidad feliz y soy consciente de ello. A esto se suma la tercera pata de la mesa. La sempiterna y apática pereza vital que me órbita. Ya detesto releer lo que escribo normalmente. Si encima es todo felicidad, caramelo y azúcar la repulsión es horrible

Así pues, llegamos a la dualidad contradictoria del ser. Adoro mi presente y lo disfruto cada minuto. Aunque me genera una micro o nano infelicidad el no escribir, o discurrir en este blog como antes hacía. Paradójicamente escribo para decir que adolezco de inspiración de escribir. Precisamente la ausencia de otra idea vertebradora en este post lo hace aun más evidente

Este post se plantea como un punto de inflexión para cambiar la tendencia. Espero seguir tan feliz y saber encontrar tiempo e inspiración en los momentos de alegría. Para que lo que me rodea por fuera y lo que me hace vibrar dentro entren en sintonía